sábado, agosto 25, 2007

Capitulo 7 de Rayuela ¿Qué mejor descripción del beso?

En palabras del maestro Cortazár, a quien a penas descubro:

Toco tu boca, con un dedo toco el borde de tu boca, voy dibujándola como si saliera de mi mano, como si por primera vez tu boca se entreabriera, y me basta cerrar los ojos para deshacerlo todo y recomenzar, hago nacer cada vez la boca que deseo, la boca que mi mano elige y te dibuja en la cara, una boca elegida entre todas, con soberana libertad elegida por mí para dibujarla con mi mano en tu cara, y que por un azar que no busco coomprender coincide exactamente con tu boca que sonríe por debajo de la que mi mano te dibuja. Me miras, de cerca me miras, cada vez más de cerca y entonces jugamos al cíclope, nos miramos cada vez más de cerca y los ojos se agrandan, se acercan entre sí, se superponen y los cíclopes se miran, respirando confundidos, las bocas se encuentran y luchan tibiamente, mordiéndose con los labios, apoyando apenas la lengua en los dientes, jugando en sus recintos donde un aire pesado va y viene con un perfume viejo y un silencio. Entonces mis manos buscan hundirse en tu pelo, acariciar lentamente la profundidad de tu pelo mientras nos besamos como si tuviéramos la boca llena de flores o peces, de movimientos vivos, de fragancia oscura. Y si nos mordemos el dolor es dulce, y si nos ahogamos en un breve y terrible absorber simultáneo del aliento, esa instantánea muerte es bella. Y hay una sola saliva y un solo sabor a fruta madura, y yo te siento temblar contra mí como una luna en el agua.

miércoles, agosto 15, 2007

Entremeses


Buenas noches, ¿mesa para dos? Si por favor, ¿fumadores o no fumadores?, fumadores por favor, señor me temo que mesa para dos en el área de fumadores no tengo disponible en este momento, ¿será que gusta pasar a la barra mientras esperamos que se desocupe un adecuada para ustedes? El hombre y la mujer, un poco indecisos deciden finalmente pasar a la barra. ¿Que desean de tomar? Una cerveza, dice el hombre, un martini la mujer, tras una larga charla ajena a sus propias vidas e inmersas en la existencia de terceros, se acerca el amable caballero que al principio los recibió: Disculpen señores se está desocupando una mesa en el área de fumadores, siento la demora (habían pasado unos 50 minutos), pasen por aquí por favor.

El caballero les trae con premura la carta a la pareja, tras un tiempo prudencial vuelve ¿Ya decidieron que van a querer ordenar? Si, dice la mujer, yo quiero un entremés, ¿Cuál me remienda? Bueno antes que hacerle la sugerencia tendría que saber si es para compartir. Depende, dice el hombre. La mujer con el sí prisionero en la garganta, concluye: si es que a nosotros no nos gustan las mismas cosas, que atinados fuimos al venir a este sitio que brinda tantas opciones.... A mi me da un carpaccio de lomito, dice el hombre. Yo quiero una ensalada de atún, dice la mujer. Muy amablemente el mesonero les contesta, como recomendación le sugiero otra cosa, porque el atún no está fresco y, el carpaccio si es una buena opción pero el cocinero especialista en eso se acaba de ir por una emergencia, pero viene como 30 minutos, si no les molesta esperar.... Vuelvo en un rato para que puedan decidir.... Y el mesonero se marcha, dejando a los dos perfectos extraños uno frente al otro, en seguida toman de nuevo la carta, hay que volver a escoger, se volverán a notar las discrepancias en los entremeses!

Esta escena es un reflejo claro y simple de las relaciones amorosas, realizando ciertas sustituciones tenemos:

Buenas noches, ¿mesa para dos? Si por favor, ¿fumadores o no fumadores?, fumadores por favor. Cuando se habla de pareja, casi siempre hay un tercero, que funge como mediador, conciliador, fuente de estrés, intriga o angustia para la relación, pero solo dos... nunca. Es que hasta la sombra de un antiguo romance se inmiscuye....

Señor me temo que mesa para dos en el área de fumadores no tengo disponible en este momento, ¿será que gusta pasar a la barra mientras esperamos que se desocupe un adecuada para ustedes? El hombre y la mujer, un poco indecisos deciden finalmente pasar a la barra. ¿Y para qué les preguntan qué quieren?, ¿por qué les muestran un infinito mundo de opciones?, cuando de antemano ya saben que la respuesta siempre es: sabes que soy así, yo puedo hacer un esfuerzo, por ti.... y bueno lo único que te pido es esperar a ver si cambio... lo que pasa es que a tú no le das tiempo al tiempo....

¿Que desean de tomar? Una cerveza, dice el hombre, un martini la mujer, tras una larga charla ajena a sus propias vidas e inmersas en la existencia de terceros. Quizás para no hablar de ellos, de lo que les acontece o sencillamente porque no hay nada nuevo o interesante en tu vida que contarle a él o ella, pero no significa que su vida sea sosa, miserable y triste, no es que no deseen compartir lo que les acontece (lo bueno o lo malo o ninguno de los dos), si no que no lo quieren hacer frente a esa persona que esta al lado suyo, piensan que es infructífero, irrelevante....


Se acerca el amable caballero que al principio los recibió: Disculpen señores se está desocupando una mesa en el área de fumadores, siento la demora (habían pasado unos 50 minutos), pasen por aquí por favor. Tras una larga espera hay una luz que llena de esperanza: si cambio, si me quiere.... por eso lo aceptan sin reservas porque muy dentro de ellos saben que algo bueno les va a tocar, todo el mundo les dice lo buen “partido” que es.

El caballero les trae con premura la carta a la pareja, tras un tiempo prudencial vuelve ¿Ya decidieron que van a querer ordenar? ¿Y qué pasa cuando en la pareja ya pasa "ese tiempo prudencial"? nada, toca el siguiente paso, porque qué excusa van a dar, es lo que se espera y que ni intenten salirse de allí.

Si, dice la mujer, yo quiero un entremés, ¿Cuál me remienda? Bueno antes que hacerle la sugerencia tendría que saber si es para compartir. Siempre, de eso se trata la relación de pareja "sana" ¿cierto?

Depende, dice el hombre. La mujer con el sí prisionero en la garganta, concluye: si es que a nosotros no nos gustan las mismas cosas, que atinados fuimos al venir a este sitio que brinda tantas opciones.... Pero como nada es como "el deber ser, por ello no existe ese siempre.... solo hay “algunas veces” y porque de realidad resulta ser un gusto en común, sino ni siquiera estuviesen en la misma mesa sentados... al menos comparten el gusto por el "acto de comer".
La singularidad de cada uno comienza allí en los entremeses de la relación, pero nadie dice nada, y las defensas más oscuras se ciñen sobre ellos: justificación, racionalización, negación y hasta desplazamientos.... antes loco que asumir las diferencias, pero cómo hacerlo si "nacimos el uno para el otro"


A mi me da un carpaccio de lomito, dice el hombre. Yo quiero una ensalada de atún, dice la mujer. Muy amablemente el mesonero les contesta, como recomendación le sugiero otra cosa, porque el atún no está fresco y, el carpaccio si es una buena opción pero el cocinero especialista en eso se acaba de ir por una emergencia, pero viene como 30 minutos, si no les molesta esperar.... Bueno, nada cuesta volver a darle una oportunidad a la relación, total no siempre les va mal, tienen sus momentos.... esos por los que hoy aún suspiran, anhelan pero a la vez detestan por ser la fuente de su eterno si, puedo esperar un poco más....

Vuelvo en un rato para que puedan decidir.... Y el mesonero se marcha, dejando a los dos perfectos extraños uno frente al otro, en seguida toman de nuevo la carta, hay que volver a escoger, se volverán a notar las discrepancias en los entremeses! Pero, ¿Y por qué no se cambian de restaurante? ¿Y si el quiere su carpaccio y ella su ensalada de atún?, ¿por qué buscar algo con lo cual compensar la falta, con lo que soportar la pérdida, con lo cual engañar al estómago?

sábado, agosto 04, 2007

Similitudes


Nada más crudo que encontrarse frente a frente con su vivo retrato, probablemente pase poco. Creo que si fuera esto más común muchos no sobreviviríamos a tener nuestra propia bosta en la cara...

Todo paso así, como siempre pasan la mayoría de los grandes acontecimientos de nuestra vida, en "compañía" de otros, con alguna bebida que refresque no solo la garganta si no el alma y a la vez, logre bajarle el volumen a la conciencia y, muy especialmente, pasan justo cuando uno menos lo espera quizás lo hayas estado esperando todo la vida, pero en ese instante tú estás cien por ciento seguro que aquél momento... no es.
Allí, cercana al humo de un cigarro aturdida por el bullicio de seres ya sin conciencia a mi alrededor, estaba aquello que logre reconocer como un extensión de mi propio yo, al principio pensé que era el efecto de mi amigo el vino, pero luego empecé a detallar las similitudes: una mueca, una mirada, una palabra, un gesto... reflejo del desprecio por algún comentario de un ya borracho compañero de tragos, y considerado como una franca ofensa al intelecto, algo imperdonable. Sin ir muy lejos, ni caer en todos los detalles que me hacían dudar de si acaso estaba frente a mi espejo, detecte la similitud: exponer la idea de aquello que buscabas, lo que te desvelo la noche anterior y tu todavía no habías dilucidado.
Similitudes físicas: si, son bastantes comunes; preferencias musicales y cinematográficas: todavía no hay tantos o tantas como seres en el mundo, por lo que la coincidencia de gustos es inminente; similitud en lenguaje, vestimenta, oficio, ocupación: no hemos podido ser lo suficientemente genuinos para hacer o decir algo que otro no haya dicho o hecho... al menos ésta es la situación de la mayoría pero; similitudes en aquello que nosotros mismos aun desconocemos.... similitud en el deseo, en el anhelo, en la fantasía, en lo más puro o sórdido de nuestro ser, en aquello que callamos... es, en extremo improbable.
Y si alguien ha tenido la dicha o desdicha de encontrarlo, sabe exactamente el sentimiento que despierta... ¿su nombre?... no lo sé, no se ha nombrado, los pueblos lo han cayado, la humanidad lo ha ignorado, se consumió en la innomia, no es dolor ni alegría, no es tristeza ni rabia, no es amor ni odio, pero engloba a todas y cada una de ellas, sumando la incertidumbre por no saber qué hacer con esto, por no entender de qué forma afectara tu vida, porque si algo es seguro es que no será ya la misma. Que si es para bien o para mal.... ¿quién sabe?, que podrás atrapar esa sombra de tu espejo o se irá tan ligera, de la misma forma en la que llego a ese bar.... ¿quién sabe?
Y te quedas con la sosobra en el pecho, sin poder decir nada.... porque no querrás que además otros conozcan y compartan tu suplicio...

viernes, agosto 03, 2007

Se sortislegis

Sirvase de mi le dije. La mujer incrédula todavía se negaba a admitir que toda la existencia de ese miserable ser había caducado. Sé que no tienes el valor para asumir la libertad que su muerte te ha otorgado y le repetí: sirvase de mi cuanto quiera, cuanto su alma necesite de esta membrana que se dice protectora, poco útil pero que al menos sirve de compañía. Nada cuesta hacerlo pero, se arriesga hasta el último de los deseos más humanos en esa búsqueda insaciable: el bienestar, la felicidad.

Ella solo se volteó y jugo a ser niña, volvió a ser mujer y luego imagino como se vería de anciana, cuando la gracia de su belleza la haya abandonado para siempre, despertó. Era un sueño, estaba en una especie de encantamiento entre aquello que tanto deseaba y aquello que debía hacer, según las normas, lo establecido.

Como viuda debía entonces vestir de negro, no sonreír... mucho mejor si lograba llorar, tener la mirada perdida, volar por otros mundos en un afán por rescatar recuerdos "felices" que muy probablemente nunca existieron y, allí despertó de su encantamiento.... llevaba una eternidad siendo: La viuda de...

En ese momento yo entraba en la cocina de su casa, desgarbado como siempre anhelando como nunca y la vi, y ella luego de casi más una década, finalmente me miro.... en ese instante ella se hizo eco de mi Se sortislegis.